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EL BLOG DE SONDAVELLA

 

 

Alianzas secretas entre árboles y hongos. Las micorrizas.

Alianzas secretas entre árboles y hongos. Las micorrizas.

Nunca subestimemos la complejidad de las relaciones en la naturaleza. En los bosques, la conexión entre árboles y hongos es una pieza clave que muchas veces pasa desapercibida. En el corazón de esta relación está la micorriza, una simbiosis crucial que garantiza la supervivencia y el bienestar tanto para árboles como para hongos.

Las micorrizas no son simplemente una casualidad en el subsuelo; son arquitectas de la eficiencia ecológica. Estas asociaciones fúngicas con las raíces de los árboles permiten una transferencia eficiente de nutrientes, auga e información. En este intercambio, los hongos reciben carbohidratos esenciales, mientras que los árboles mejoran su absorción de nutrientes. Un trueque simple, pero fundamental para el equilibrio del ecosistema.

Más allá de la teoría, este trabajo en equipo tiene consecuencias prácticas. Los árboles conectados a través de las micorrizas son más resistentes a enfermedades y a cambios en las condiciones ambientales. La colaboración entre especies, en contraste con la competencia, emerge como una estrategia de supervivencia inteligente en este escenario natural. Al sumergirse en las intrincadas interacciones entre árboles y hongos, encontramos una lección clara sobre cómo la cooperación puede ser la clave para la sostenibilidad y la resiliencia en los ecosistemas forestales

Para poder comprender de forma práctica este tipo de relaciones, vamos a profundizar en las alianzas micorrícicas, con tres ejemplos que revelan la diversidad y la especificidad fascinante de esta simbiosis. Así, cuando nos encontremos en nuestros recorridos con estas especies, tendremos presentes su importancia individual y también la colectiva, como parte vital de un bosque sano.

Abedul - Matamoscas

Betula pubescens - Amanita muscaria

El abedul, maestro de la asociación, destaca por su elegante silueta y follaje verde durante la primavera y el verano, mudando a tonos dorados en otoño. Más allá de su belleza, tiene un papel crucial en el ecosistema gallego, ya que ayuda a prevenir la erosión del suelo, proporcionando hábitat y alimento a diversas especies de fauna, y contribuye en la asociación con muchos hongos de nuestros bosques.

Uno que destaca entre todos es la Amanita muscaria, por su sombrero escarlata adornado con manchas blancas, con una imagen viva y característica, un elemento intrigante en leyendas y cuentos populares que alimenta la imaginación colectiva. 

En un pacto bajo tierra que fortalece la resistencia de ambos, las raíces del primero se entrelazan con el micelio del segundo, creando un intercambio vital de nutrientes que eleva la salud de los participantes. Esta extensa red micorrícica no solo facilita la absorción eficiente de nutrientes para el abedul, sino que también le ofrece protección contra patógenos del suelo. A cambio, el matamoscas recibe carbohidratos esenciales producidos por la fotosíntesis del abedul, formando una alianza donde ambas partes salen beneficiadas.

Este pacto subterráneo entre el abedul y el matamoscas ejemplifica la interdependencia vital que caracteriza muchas de las relaciones micorrícicas en nuestros bosques.

Castaño - Carbonera

Castanea sativa - Russula cyanoxanta

La carbonera (Russula cyanoxanta) destaca por su aparición en los bosques, con su sombrero de colores variables (negro, verde, violeta, ...) y láminas blancas debajo. Este hongo participa en una relación simbiótica con diversos árboles, entre ellos los castaños. Su aparición desde el verano hasta el otoño hace constancia de la vitalidad de los bosques y son durante este período una fuente de alimento para muchas especies, desde babosas hasta jabalíes, siendo una de las delicias de los bosques caducifolios.

Por otra banda, el castaño, con su porte imponente es uno de los árboles más populares y sencillos de reconocer, ya sea por sus hojas alargadas o por los erizos que cubren sus frutos, presentes en otoño en el árbol y durante el resto del año en un manto que cubre el suelo donde habita. Este árbol no solo es común en los bosques mixtos gallegos, sino que también es muy usado en plantaciones con fines productivos. 

El castaño forma un pacto subterráneo con la carbonera, estableciendo una conexión vital que beneficia la salud de ambos. Este trabajo en equipo, donde las raíces del castaño se entrelazan con el micelio de la carbonera, es una pieza clave en la dinámica de nuestros bosques, subrayando la complejidad e importancia de las relaciones micorrícicas.

Ambas especies se refuerzan en esta relación, que es obserbable en la apariencia del árbol y del hongo. Es en los frutos, tanto en las castañas como en las setas, donde se verá la salud de ambos según el esfuerzo que pueda dedicar a su reproducción. Este hecho es de sobra conocido en silvicultura, y es muy común que las plantaciones más actuales de castaños sean con ejemplares micorrizados, tanto con carboneras como con boletos y rebozuelos, todos comestibles de excelente calidad.

 

Pino Silvestre - Níscalo

Pinus sylvestris - Lactarius deliciosus

El pino silvestre (Pinus sylvestris) emerge como una figura distintiva en nuestros bosques, dejando su marca en el paisaje gallego con su porte alto y sus "hojas" (acículas) largas y puntiagudas. Este árbol conífero, también conocido como "pino de Valsaín" o "pino rojo", es una especie nativa que desempeña un papel crucial en el ecosistema forestal. Su apariencia imponente y las piñas alargadas que alberga, hacen que sea reconocible incluso a distancia.

El níscalo (Lactarius deliciosus) es una seta ampliamente conocida por su carne sabrosa y atractivo color anaranjado. Presente en nuestros bosques durante los meses de otoño, el níscalo destaca por su apariencia brillante y por la forma circular tan característica de su sombrero. Las láminas de debajo del sombrero liberan un líquido látex de color naranja, otra característica distintiva de este hongo.

La colaboración entre el pino silvestre y el níscalo es un testimonio de la interdependencia en la naturaleza. A través de esta conexión micorrízica, ambos organismos no solo se benefician mutuamente, sino que también fortalecen la salud del ecosistema forestal. Este ejemplo subraya la importancia de comprender y preservar las asociaciones simbióticas en la gestión de nuestros bosques, reconociendo su relevancia para la sostenibilidad a largo plazo de nuestra biodiversidad.

 

 

 

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